A buenas horas… mangas verdes.

Si es que no hay quien lo entienda. Imposible. Durante los últimos treinta años, nos han venido con la cantinela de que el pan era un producto que había que ir eliminando de la dieta por su alta concentración de hidratos de carbono; estos señores (los hidratos) fueron considerados durante años grandes pecadores porque nos empujaban a los brazos de la gula y el pecado; y así, con la conciencia tranquila, los fuimos apartando de nuestras vidas como un vecino indeseable; se fue suprimiendo su consumo poco a poco hasta reducirlos a la mínima expresión, sobre todo en alimentos como el pan, que pasó de un consumo de 85 kilos por persona/año en el año 1980 a su nivel actual, poco menos de 40 kilos por persona/año.

La Gallofa

Pero he aquí las paradojas de la vida. Mientras que el consumo de pan descendía a mínimos históricos, el nivel de obesidad alcanzaba su máximo. Para llorar, vamos. España se encuentra en el año 2015 en el último lugar de Europa en cuanto a consumo de pan y a la cabeza en cuanto a obesidad, sólo superado por EEUU, país con larga tradición en los asuntos del fast food y la comida basura. Ahí queda eso.

Y ahora, tarde como de costumbre, vienen los futurólogos de la dieta a decirnos que se consume poco pan y que ese pan que no consumimos lo hemos sustituido por productos alternativos más grasos y con un mayor índice de colesterol y que por eso el número de obesos se ha disparado alarmantemente. ¿De verdad?

A buenas horas…

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